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Las intensas lluvias del fin de semana, provocadas por el huracán Hanna, dejaron agujeros y grietas que llegan hasta la cintura en las riberas del Río Bravo que amenazan la estabilidad a largo plazo de una valla fronteriza financiada con fondos privados que ya es objeto de demandas por su proximidad al río en el sur de Texas.
Los daños se produjeron al comienzo de lo que se proyecta que será una activa temporada de huracanes, la cual se extiende hasta el 30 de noviembre.
Expertos en ingeniería que revisaron fotos de las grietas causadas por las tormentas del fin de semana, dijeron que los daños confirman lo que muchos han dicho desde hace tiempo: La construcción y el mantenimiento de una valla fronteriza tan cerca del río plantea serios desafíos.
ProPublica y The Texas Tribune anteriormente publicaron que a los pocos meses de que Fisher Industries, una empresa con sede en Dakota del Norte, terminó de construir la valla, había evidencia de erosión que amenazaba su estabilidad y podía hacerla caer al río si no se reparaba.
“Va a ser una batalla sin fin. Siempre va a hacer una lucha contra la erosión cuando se está tan cerca del río”, dijo Adriana E. Martínez, profesora y geomorfóloga de la Universidad del Sur de Illinois en Edwardsville, quien ha estudiado el impacto de las barreras fronterizas en el sur de Texas.
El tramo de 3 millas de bolardos a lo largo del río al sur de Mission, Texas, fue un proyecto de exhibición de Tommy Fisher, director ejecutivo de Fisher Industries, quien invirtió más de $40 millones de dólares de su propio dinero para demostrarle a la administración de Trump que la iniciativa privada podía hacer lo que el gobierno no había logrado: construir el muro fronterizo a lo largo del río.
Fisher, quien posteriormente obtuvo $1,700 millones de dólares en contratos federales para construir segmentos de la valla fronteriza, dijo que ese tipo de erosión era de esperarse dada la cantidad de lluvia y el hecho de que el pasto que sembró no había crecido en esa zona junto a la valla.
“Se puede ver claramente que los cimientos no se dañaron en lo más mínimo, la carretera está en perfecto estado, la valla está en perfecto estado”, dijo el martes.
Pero inclusive antes de Hanna, las fotos revelaban grandes hendiduras en varios puntos alrededor de la estructura, donde el escurrimiento del agua de lluvia había barrido la marga arenosa debajo de los cimientos; algo que los expertos le señalaron a ProPublica y a The Texas Tribune que no debería estar sucediendo.
Esos puntos solo empeoraron después de que Hanna azotó a Mission con unas 15 pulgadas de lluvia. Las fotos tomadas después del huracán muestran una serie de hondonadas y surcos a lo largo de una sección de la valla, las cuales se extienden como profundas venas hacia el río. En algunas áreas hay huecos de más de 10 pies de ancho que exponen los cimientos.
“El daño al suelo debajo de la valla después de Hanna es mucho peor que lo que vimos en las fotos de las grandes lluvias de hace más o menos un mes”, dijo Alex Mayer, un profesor de ingeniería civil de la Universidad de Texas en El Paso que ha hecho investigaciones en la cuenca del Río Bravo.
Con dos o tres tormentas más como Hanna, añadió, los agujeros podrían expandirse a tal grado, que el suelo subyacente, sin apoyo, se derrumbaría.
La preocupación por las inundaciones y la erosión son algunas de las principales razones por las que el gobierno no ha construido una valla fronteriza directamente a las orilla del río.
El Río Bravo, que aquí sirve como línea fronteriza entre EE. UU. y México, se inunda periódicamente. En 2010, el huracán Alex causó grandes daños a lo largo de las orillas del río, incluso en el Centro Nacional de las Mariposas, justo aguas arriba de la valla de Fisher.
Fisher, quien afirmó que estaba construyendo el “Lamborghini” de los muros, dijo que su valla está diseñada específicamente para que el agua caiga en el camino pavimentado, pase por los espacios entre los bolardos, irrigue el pasto de abajo y se filtre al río.
Como prueba de que su diseño funciona, señaló otro segmento de la valla donde hay más pasto y, según dijo, menos erosión. “Una vez que el pasto esté establecido, que caiga toda la lluvia que quieran, que caigan 50 pulgadas”, dijo.
Pero el camino detrás de la valla es parte del problema, explicó Martínez. Actúa como un estacionamiento en donde el pavimento acelera el flujo del agua hacia abajo, en este caso rumbo al río, erosionando las riberas de arena y limo, a lo largo del tiempo.
Fisher añadió que planea hacer inspecciones trimestrales, así como revisiones adicionales después de grandes tormentas. Su equipo también rellenará con más tierra las áreas que se han erosionado y volverá a sembrar las zonas sin pasto. Si eso no es suficiente, agregará un tejido que une el suelo o rocas.
Este mes, el juez de distrito de EE. UU. Randy Crane instruyó a abogados que resolvieran los detalles de una inspección de la valla de Fisher y llegaran a un acuerdo sobre las reparaciones de una sección que viola un tratado con México al desviar demasiada agua durante las inundaciones. La inspección está programada para el lunes.
Crane está resolviendo una demanda presentada por el gobierno federal y el vecino Centro Nacional de las Mariposas sobre la construcción de la valla y su posible impacto sobre el Río Bravo.
El reportaje previo de ProPublica y The Texas Tribune provocó que el presidente Donald Trump declarara que el proyecto se había hecho para hacerlo quedar mal. “No estuve de acuerdo en que un grupo privado, que recaudó dinero por medio de anuncios, construyera esta pequeña (diminuta) sección del muro, en un área complicada”, escribió Trump en un tuit el 12 de julio.
Ese mismo día, después de los comentarios de Trump, el fiscal federal Ryan Patrick, del Distrito Sur de Texas, llamó al muro privado un “proyecto de vanidad” y una “estafa”. Su oficina demandó a Fisher Sand and Gravel y a sus filiales en nombre de la Comisión Internacional de Límites y Aguas, un organismo binacional que regula proyectos de construcción en las planicies de inundación entre ambos países para garantizar que no se violen tratados fronterizos.
“Dijimos que estaba demasiado cerca del agua, que la erosión sería un problema, la ubicación no tenía sentido”, señaló Patrick en aquel entonces. “Ahora nos arriesgamos a que la cosa se caiga en una gran tormenta o en una inundación”.
Brian Kolfage, fundador de We Build the Wall, acudió a Twitter el domingo para defender el proyecto después del impacto de Hanna, afirmando que no había habido erosión adicional, y diciendo que todo eran noticias falsas y que el muro “no va a ninguna parte, idiotas”. En un video viral que desde entonces ha sido desacreditado se muestra una parte del muro fronterizo cayendose durante una tormenta, pero resulta que era parte de una obra en construcción cerca de Deming, Nuevo México.
La organización conservadora sin fines de lucro cuya junta directiva cuenta con la participación del ex asesor político de Trump, Steve Bannon, ha recaudado más de$25 millones de dólares para ayudarle a Trump a construir su muro a lo largo de la frontera sur.El grupo contribuyó $1.5 millones para el proyecto de Fisher en el sur de Texas.
Para Javier Peña, un abogado que representa al Centro Nacional de las Mariposas, la cantidad de sedimento que se deslavó durante el fin de semana es “alucinante”.
“Estas riberas han tardado cientos, si no es que miles de años en formarse, y Fisher llega con sus semillas mágicas y elimina la mayor parte de la ribera afirmando que detendrá la erosión, y he aquí que solo se agravó la erosión drásticamente”, dijo.
Lexi Churchill contribuyó a este reportaje.
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