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Donald Trump Jr. miró directamente a la cámara a finales de septiembre mientras la música triunfante se elevaba en crescendo. “La izquierda radical está estableciendo las bases para robarle esta elección a mi padre", dijo. “No podemos permitir que suceda. Necesitamos que todos los hombres y las mujeres hábiles se unan al ejército de la operación de seguridad electoral de Trump”.
Fue un eco de lo que su padre, el presidente Donald Trump, ha dicho en sus dos campañas para la presidencia. El pasado septiembre, durante un mitin electoral en Winston-Salem, Carolina del Norte, el presidente alentó a las personas en el público a que se convirtieran en observadores electorales. “Observen los robos que hacen”, dijo refiriéndose a los demócratas. “Porque es importante".
Sin embargo, el ejército de observadores electorales que los Trump han tratado de convocar no se ha materializado. Aunque no hay estadísticas oficiales, los funcionarios electorales de distintas partes del país dicen que han visto relativamente pocos observadores electorales republicanos durante el período de la votación anticipada, y que, ocasionalmente, los observadores electorales demócratas han superado a los del GOP (Partido Republicano). En Colorado y Nevada, donde la campaña de Trump reclutó observadores electorales de manera particularmente activa, sus esfuerzos ya se redujeron considerablemente.
Jordan Fuch, el secretario de estado suplente de Georgia -estado en disputa donde se están rompiendo récords en cuanto a la participación de los electores- dijo que tanto los gobiernos de los condados como los partidos políticos pueden proporcionar observadores electorales en su estado. La mayoría se está presentando en el condado de Fulton, cuya sede es Atlanta.
“He recibido informes de que hay unos cuantos miles de observadores electorales de varios grupos de izquierda, pero muy pocos observadores electorales de grupos de derecha", señaló. “Simplemente, la campaña de Trump está pidiendo más observadores porque saben que hay una escasez de observadores electorales de derecha".
Aunque las leyes electorales de Kentucky no permiten observadores electorales, los partidos pueden tener “retadores” registrados en los centros de votación el día de las elecciones, con la única tarea de poner en tela de juicio la admisibilidad de un elector. En el condado de Fayette, donde se encuentra Lexington, los republicanos solo han presentado nombres de siete retadores, comparados con 117 de parte de los demócratas. Don Blevins, Jr., el secretario del condado, indicó que desconoce cuántos realmente se presentarán el martes.
“Las campañas únicamente han pensado en esto durante los últimos años y en raras ocasiones lo han llevado a cabo", agregó.
En Williamson, Texas, un condado en disputa justo al norte de Austin, el administrador de elecciones, Christopher Davis, dijo que los pocos observadores electorales allí fueron enviados principalmente por un activista conservador de la localidad que promueve alegatos infundados de fraude electoral. El pasado fin de semana, cuando el condado abrió su oficina central de conteo para procesar boletas enviadas por correo, solo se presentó un observador. Davis mencionó que esa persona era de la campaña de Trump y que se comportó de acuerdo con las reglas.
“Tal vez simplemente somos afortunados en el condado de Williamson", dijo Davis.
Varios partidarios de Trump en Arizona dijeron que se anotaron para ser observadores electorales, pero que nadie les dio seguimiento. “De hecho me apunté dos veces porque nunca supe de ellos. Nunca me contactaron aunque me inscribí hace casi dos meses", contó Lynne Berreman, quien vive en Phoenix. “Espero que eso se deba a que ya tienen suficientes personas".
En una demanda que presentó el Partido Republicano de Nevada a finales de octubre, se aceptó tácitamente que la operación de observación electoral del Partido Republicano en ese estado fue ineficaz. El partido demandó al condado de Clark, donde está Las Vegas, en un esfuerzo por detener el conteo de votos enviados por correo hasta que se permitiera una “observación significativa". En la demanda se alegó que a los observadores electorales se les impedía estar suficientemente cerca del proceso de conteo para desempeñar su tarea. Un juez estatal negó la solicitud de una orden judicial temporal horas después de haberse presentado.
Aunque haya escasas cantidades de observadores electorales oficiales, en algunas ocasiones se han presentado partidarios de Trump no autorizados en los centros y buzones de votación donde se comportaron de manera agresiva, de acuerdo con informes recibidos por Electionland.
La campaña de Trump no respondió a las solicitudes de comentarios.
La escasez de observadores electorales republicanos no necesariamente indica una falta de entusiasmo por el candidato. De hecho, los partidarios ansiosos podrían preferir formas más ruidosas o demostrativas de expresar sus puntos de vista, más que observar la votación todo el día. Los pedidos de ayuda de Trump para prevenir el fraude hacen que el papel de observador electoral parezca mucho más dramático y trascendente de lo que es en realidad. Más de 20 videos de capacitación de observadores electorales de la campaña de Trump, revisados por ProPublica, dejan en claro la naturaleza mundana de la tarea: alentar a los voluntarios a llegar a tiempo, llevar consigo una botella de agua, no interactuar con los electores y ser respetuosos “¡incluso con nuestros amigos demócratas!".
Observar la votación “es como ver la pintura secarse”, comentó Justin Levitt, profesor de la Escuela de Derecho Loyola en Los Ángeles, especializado en elecciones. “Si esperas ver autobuses repletos de casos de fraude y lo que encuentras realmente es un pequeño espacio de democracia donde ondea la bandera estadounidense, empiezas a volverte loco. Es como sentarse a esperar platillos voladores y que nunca lleguen.Y luego estás sentado en un terreno, lo cual está bien por un par de horas, pero las urnas están abiertas alrededor de 15 horas diarias”.
Los analistas dicen que el presidente y su equipo quizás no crean en sus propios pronósticos de un ejército de observadores electorales, sino que más bien promueven la idea para disuadir a los electores demócratas de ir a las urnas. Las campañas también quieren que las personas se inscriban como observadores electorales aunque después no les den seguimiento, ya que su información de contacto ayuda a identificar a donantes potenciales.
Bob Bauer, el abogado de la campaña del exvicepresidente Joe Biden, indicó que la campaña de Trump está apostando a que los electores teman ir a votar y permanezcan en sus casas para evitar enfrentamientos. Sin embargo, añadió que esa táctica parece haber sido contraproducente, ya que los jóvenes y otros posibles electores demócratas han acudido en masa a las urnas durante la votación adelantada.
De acuerdo con personas dentro de la campaña, los demócratas tienen su propia estrategia para observar las elecciones. Animan a los voluntarios no solo a observar a los electores sino también a los observadores electorales republicanos, y a estar pendientes de cualquier esfuerzo que haga el GOP para intimidar a los votantes o desafiarlos sin justificación.
Los observadores electorales han sido un elemento común de la democracia estadounidense y han estado presentes en los precintos desde el siglo XIX. En la gran mayoría de los estados, los partidos o las campañas pueden enviar observadores capacitados a cada precinto. Por lo general, estos permanecen sentados en silencio y toman nota de cualquier cosa inusual que se le pueda informar al partido o a los abogados de la campaña. Su labor no es intervenir sino observar y servir de testigos en casos judiciales o retos si observan algo ilícito o indebido, dijo Ben Ginsberg, uno de los abogados electorales republicanos más conocidos. La mayor parte del tiempo, los observadores electorales no informan nada.
Esta no es la primera campaña republicana donde se habla mucho acerca de los observadores electorales sin que haya mucha acción. En 2016, Roger Stone, asesor de Trump, encabezó un esfuerzo de última hora días antes de las elecciones, cuando Trump iba perdiendo en las encuestas, y amenazó con no aceptar los resultados. Stone había prometido reclutar a 3 mil voluntarios cuidadosamente seleccionados de varias ciudades, aunque muy pocos se presentaron.
A través de mensajes de texto, Stone dijo que sus esfuerzos en 2016 no estuvieron dirigidos a observar las elecciones, sino a realizar encuestas a la salida de las urnas con el fin de garantizar la legitimidad del conteo, añadiendo que esa labor era “completamente independiente de la campaña de Trump". Stone también señaló que los litigios que presentaron varios grupos demócratas dañaron su capacidad para reclutar grandes cantidades de observadores debido a que describieron su esfuerzo como un intento encubierto para intimidar a los electores.
“Lamentablemente, tener que defendernos de litigios exhaustivos y nuestras propias victorias legales agotaron nuestros recursos, de modo que el número de encuestas realizadas a pie de urna estuvo muy por debajo de lo que esperábamos lograr", afirmó. A final de cuentas, los tribunales federales dictaminaron que el esfuerzo no constituía supresión ni intimidación de electores.
En febrero, Stone fue sentenciado a la cárcel por haber mentido ante el Congreso y por manipular testigos durante la investigación de la Cámara de Representantes sobre las actividades de Rusia durante las elecciones de 2016. En julio, el presidente Trump conmutó su sentencia y quedó en libertad.
En 2008, True the Vote, grupo conservador que promueve alegatos infundados sobre el fraude electoral, envió cientos de voluntarios a vecindarios de minorías de la zona de Houston, donde tiene su sede. En las elecciones intermedias, prometió movilizar a miles de personas para que sirvieran de observadores electorales. Entre 2010 y 2012, se establecieron filiales de True the Vote en todo el país y la organización comenzó a preparar un esfuerzo de reclutamiento a nivel nacional.
¿Qué sucedió?
“Un sonido de trombón largo y triste", ilustró Levitt. Aunque se presentaron unas cuantas personas, y algunos condados tuvieron una mayor presencia que otros, la campaña se esfumó rápidamente. “Resultó no ser la gran pesadilla que se suponía que sería". True the Vote no respondió a las solicitudes de comentarios.
En 1982, cuando el GOP de Nueva Jersey envió a oficiales del orden público fuera de servicio para vigilar la votación, el Partido Republicano del estado y el Comité Nacional Republicano firmaron un decreto de consentimiento que les prohibía las iniciativas de “seguridad de la votación". El Partido Republicano de Carolina del Norte fue añadido al decreto de consentimiento en 1990. Estos tres partidos quedaron liberados del mismo en 2018, generando preocupaciones sobre un reinicio de las conductas intimidatorias. Sin embargo, eso no ha sucedido hasta ahora.
Cada estado tiene distintos reglamentos para supervisar las elecciones con ciertos métodos que se permiten por lo general. Por ejemplo, los partidos y los candidatos registran a los observadores en el condado y los voluntarios deben pagar su propio viaje al centro de votación después de haber recibido capacitación. Una vez allí deben presentar un comprobante de dicho entrenamiento y se restringe intensamente su actividad. Normalmente no pueden utilizar su teléfono ni hablar con los electores, ni participar de ninguna forma en el proceso sin que se les retire del lugar.
El resultado, dicen los trabajadores electorales, es un aburrimiento total. “Fue un día extremadamente largo", recordó Zachary Brown, quien sirvió como retador de votos -el equivalente de observador electoral en Michigan- en Pontiac en 2012, a nombre del grupo conservador Protecting Michigan Taxpayers (Protegiendo a los Contribuyentes de Michigan). Brown dijo que no vio nada fuera de lo normal. El empeño que tenía la campaña de pescar el fraude cuando este no existía fue “descorazonador", dijo, y lo llevó a alejarse del movimiento conservador. No ha sido observador electoral desde entonces y se considera como independiente en términos políticos. “Lo único que vi fueron personas votando”, agregó.
Este año, los esfuerzos de la campaña de Trump para vigilar la votación se centraron más de lo normal en Colorado, donde el gerente de operaciones estatal para el día de las elecciones, Joe Samudio, asumió la tarea de los presidentes de los partidos del condado de designar a los observadores electorales durante la votación adelantada y del día de las elecciones.
Samudio pareció tener éxito en reclutar voluntarios, pero luego fue asignado a Minnesota y el programa se quedó en el limbo. Aunque Colorado envía boletas postales a todos los electores, también tiene una gran cantidad de centros de votación. Además, los observadores electorales pueden ver el conteo tanto de boletas enviadas por correo como emitidas en persona. Samudio no respondió a las solicitudes de comentarios que se le enviaron por correo electrónico.
“Él tenía a todas esas personas y de repente lo enviaron a Minnesota, yo no supe de nadie más durante varios días", comentó Peg Perl, la directora de elecciones del condado de Arapahoe, en Colorado. Perl dijo que no recuerda haber visto ni escuchado sobre algún observador electoral republicano durante la primera semana de la votación adelantada, mientras que algunos observadores electorales demócratas sí se presentaron.
Joe Jackson, portavoz del GOP de Colorado, indicó que el partido está despachando observadores a todos los condados principales en estos momentos.
Mientras, en Nevada, se está desbordando la frustración de la campaña de Trump en cuanto a la vigilancia electoral. Durante una capacitación de observadores electorales que se llevó a cabo en Las Vegas a principios de octubre, Jesse Law, el gerente de operaciones de la campaña de Trump para el día de las elecciones, se quejó con participantes tanto por internet como en persona de que los observadores electorales demócratas pueden “salirse con la suya” mientras que los republicanos están muy vigilados.
En un video que obtuvo ProPublica, Law señaló que los demócratas estaban allí no para resguardar la integridad del voto, como los voluntarios de su organización, sino para vigilar a los republicanos. “El problema de que los demócratas estén en estos lugares…es que fueron enviados para destruirles la vida [a ustedes]”, dijo a su audiencia, y añadió que “van a inventar que estamos suprimiendo el voto”.
“Se enterarán de todo lo que tengan en su teléfono, todo lo que escriban, todo acerca de ustedes”, señaló mirando alrededor del salón. Law no respondió a la solicitud de comentarios que se envió por correo electrónico.
Durante la capacitación, Law enfatizó que los participantes no debían quebrantar la ley y ofrecer municiones que los demócratas pudieran utilizar en contra de Trump (a quien llamó “el jefe") en algún tribunal. “Si se ponen a decir que alguien no es legal y resulta que esa persona es completamente legítima, eso es un golpe en contra nuestra. No lo hagan”, añadió. “Si ven algún problema, hay que documentarlo. Hablen con un abogado al respecto y averigüemos todo a fondo; y, por favor, ¡nada de escándalos!”
Traducción de Mati Vargas-Gibson, edición de Ivette Leyva